14.10.10

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La ley del Buda no es romperse los huesos para seducir a la amada o para medrar en la sociedad. Si se tiene la menor intención de provecho no es la ley del Buda. Cualquier acción, por insignificante que sea, se convierte en una gran acción si es verdadera, si está realizada sin espíritu de provecho, sin pensar en uno mismo. Ahora bien la mayor parte de las personas actúan siempre por ellas mismas, por propio interés. Ser tal y como se es no consiste en recitar el 'namu amida butsu, namu amida butsu', mientras te comes las berenjenas del vecino, para obtener una ayuda eficaz de Amida y no caer en el infierno. Ser tal y como se es consiste en actuar sin espíritu de provecho ni de obtención, sin intención de ganancia, igual que la nariz es la nariz, los ojos son los ojos, la boca es la boca, el ombligo es el ombligo.

Ignoramos lo que pasará después de la muerte, pero si tenemos que ir al infierno, cuando estemos allí estaremos bien. Para un espíritu que está en paz no existe un mal lugar. Queremos ir al paraíso porque tenemos miedo del infierno. ¿Pero qué sabemos del paraíso o del infierno? Son creaciones del hombre que no tienen ningún valor absoluto. Un don practicado con un espíritu de provecho significa que una acción, una práctica o una moral tienen que dar pruebas de utilidad o de eficacia. Se hacen cuentas, se evalúa el don, los preceptos, la paciencia, la energía, después se hace un cálculo de rentabilidad. ¿Qué es lo más eficaz? Yo contestaría que no buscar el provecho. El mismo Shakyamuni se enfrentó a esta dificultad cuando al principio practicó el ascetismo para alcanzar la virtud. Sus esfuerzos fracasaron porque buscaba un provecho.



Conviene fijar sobre sí mismo y sobre los propios pensamientos la mirada de la montaña. La montaña no me dice: '¡Eh! ¡Tú, Sawaki, eres formidable!' La montaña ni me admira ni me critica.

¿Para qué sirve zazen? Eterna pregunta a la que siempre contesto: 'Zazen no sirve para nada'. Incluso si la gente no vuelve, no importa. Dogen dice: 'No hay que practicar la ley del Buda para obtener un milagro.' Nos burlamos de ese tipo de cosas, pero desde la más temprana edad nos hemos acostumbrado a leer historias de prodigios y nos ponemos a soñar: ¿No sería maravilloso volver totalmente nuevo a esta Tierra?. Un día en que el príncipe Satta se estaba paseando se encontró con un tigre hembra hambriento que estaba demasiado débil para poder alimentar a sus cachorros y le ofreció su cuerpo como alimento. Estas historias no son tan extraordinarias como parece; en la Vía del Buda ni siquiera la vida es necesaria.

Cuando Shakyamuni entró en la montaña, abandonó todo. Si renunció a todo no es que quisiera obtener algo, sino que, sencillamente, fue consciente de su verdadera naturaleza. Por eso no hay nada que buscar para entrar en la Vía del Buda.

Maestro Kodo Sawaki: Nonagésimo primer sucesor del Buda. Fue el primero en el Japón que enseñó el zen fuera de los templos. Enseñó el zazen a los estudiantes, a los jóvenes, a los artistas.

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