17.12.10

No estas realmente triste
ni realmente hambriento
el hacha brilla en su vaina
hace años
montaña desaparecida
en democracia humana
duele el corazón
porque la carne renace
pero no la piedra

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zd

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15.12.10

Pic-Nic en calle seca

Tender el mantel de toalla en tierra estéril
llenarlo con frutas, de humo
recreamos los antiguos ritos en una casa vieja y hermosa
vale demasiado porque esta en la ciudad
ojala pudiera tener una pero
no me alcanza la vida
para pagar el credito futuro

sombras gratuitas, aguas puras que fluyen en los intersticios
de la propiedad
electricidad, te de viento, de los ultimos pantanos secos del conurbano
sus grillos, mosquitos y cascarudos dorados, los ultimos

siempre fue lo ultimo antes de la guerra, interna, la ceguera, el fantasma
externa de un cuento simple sobre una montaña de objetos ordenados a la fuerza

mi cabeza se refugia en el inodoro, ahi esta fresco de torbellinos ceramicos

cada animal vive en su mundo y ve por la ventana, una frotada es legal, moral, deseable,
una absorcion visual olvidada rapidamente
y las formas que parecen gatos que huyen a contrasol
alucinacion sin placer es expulsada lo veo bien, por eso no estoy loco
porque no me da placer la fiesta montada para escapar
y vago de arrastrar mi cuerpo hacia el abismo y regar la arena roja.


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Escolio:

Soñamos Vietnam por el arquetipo de la esterilla colgada en un bastidor
sus campos de concentración de madera en la selva
las telas de arañas pacientes
las ganas de comer serpiente cruda
sushi al paso

hay aire acondicionado en el banco
un bebe con gestos de anciano bosteza
una chica que se puso pollera corta floreada,
bolso de flores,
camisa blanca apretando la cintura

costumbre rara en el pais neutral
contra flor,
arresto
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11.12.10

Flexibilidad de la loza

Ese perro aprendio los gestos de la raza, desde lejos parece costoso y de cerca esta viejo pero no tan sucio, un colchoncito enegrecido y los monos sonrientes dicen que espera a que lo adopten pero afuera y adentro son nuestras clavas dolientes
y para el solo marcas de orina en un territorio enrejado.

Empieza a llover y casi siento las ganas de capitalizar la retorica, describir el relato de la radio, y no el verdadero partido de una tormenta que no quiere caer y que sigue de largo.

Viento, la humedad en las fosas de la nariz pinocha de la pampa, recuerdos de un espacio infinito hasta que aumenta la resistencia de la traccion a sangre y de los rayos mentales y queda chico el metro cuadrado.

Volver, con la frente marchita de un rodillazo, se multiplican las luces y los animales a un tono gracioso condensandose en un punto. Los hunos piden al castillo sureño oro del virreinato o el puerto vainero donde se queda estancada la colombiana con su vestidito de muñeca.

Baja la fruta,
suben las remeras lisas
y se va la vida,
un solo conducto,
el ventolari enfría tu taza de chi,
apaga la hornalla,
los rios bajo la calle
todo el agua ahi, bien cerca
espera supurar
.




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7.12.10


Nuevo encuentro en los sueños...

Salía por la oscura calle del Coto de Temperley, algunas luces de mercurio pero lejos. Camino hacia la parada del bondi y detrás mio venía Sabatella, y también iba a esperar el bondi.
Me cuelgo a hablar con él, le dije que me interesaba el reformismo social y la transparencia institucional un paso más alla, siempre un paso lento más alla, sin violencia como la buena clase media sabe tragar saliva porque a pesar de todo, a pesar de la vagancia, la comodidad y el fascismo pequeño, las paredes se levantan con sudor pampeano.

Respuestas escuetas de Sabatella. Obviamente cuando lo vi fruncir el ceño ya deje de hablar y el resto corrió solamente en la cabeza del poeta que plasma.

- Conocés a Latour?
- Sí leí algo, es muy bueno, dijo Martín seguro y tranquilo.

Viene el colectivo casi vacío, un poco vieja la carrocería y el interior, tenia esos manubrios metalicos con olor a oxido de mano, algo raro al plástico indestructible y barato anti malandras ebrios juveniles, y sin auto.

La charla se cortó al pagar, me senté en un asiento individual se podía elegir. Pasamos por el puente Alsina, el cielo rosado, las nubes blancas a través del puente y sus hierros.
Apoyando sus brazos sobre el asiento de adelante, la cara de niño de un Sabatella enamorado del cielo miraba como salía el sol lentamente, naranja potente iluminaba sus cachetes y ojos.

Infinitos fueron esos minutos que tardó el bondi en cruzar, debía estar haciendo tiempo o no tenía aire en los frenos, una lentitud que me dejó observar y mirar como observan algunos seres que viajan al amanecer. Parecia que la máquina sacaba el aire de adentro vaciando nuestras cabezas de pensamientos y luego llenandolas de agua pura, sucia, pura;
y ese cielo superando a los cuadros en el viaje y cambiando.

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