Georg Bruchner
A la novia
[Giessen, Febrero de 1834]
[...] Tengo sed de cartas. Estoy solo, como en la tumba; ¿Cuándo me resucitará tu mano? Mis amigos me abandonan, mutuamente nos damos gritos al oído como los sordos; me gustaría que fuésemos mudos y así sólo podríamos mirarnos, y en los últimos tiempos apenas puedo mirar fijamente a nadie sin que se me llenen los ojos de lágrimas. Es una hidropesía ocular que sucede también muchas veces cuando se fija la vista. Dicen que soy loco por haber dicho que resucitaré dentro de seis semanas, pero que antes tendrá lugar mi ascensión a los cielos, a saber, en la diligencia. Adiós, alma mía, no me abandones. La melancolía es ahora tu rival, paso todo el día en su regazo; pobre corazón, creo que me pagas con la misma moneda.
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