11.12.10

Flexibilidad de la loza

Ese perro aprendio los gestos de la raza, desde lejos parece costoso y de cerca esta viejo pero no tan sucio, un colchoncito enegrecido y los monos sonrientes dicen que espera a que lo adopten pero afuera y adentro son nuestras clavas dolientes
y para el solo marcas de orina en un territorio enrejado.

Empieza a llover y casi siento las ganas de capitalizar la retorica, describir el relato de la radio, y no el verdadero partido de una tormenta que no quiere caer y que sigue de largo.

Viento, la humedad en las fosas de la nariz pinocha de la pampa, recuerdos de un espacio infinito hasta que aumenta la resistencia de la traccion a sangre y de los rayos mentales y queda chico el metro cuadrado.

Volver, con la frente marchita de un rodillazo, se multiplican las luces y los animales a un tono gracioso condensandose en un punto. Los hunos piden al castillo sureño oro del virreinato o el puerto vainero donde se queda estancada la colombiana con su vestidito de muñeca.

Baja la fruta,
suben las remeras lisas
y se va la vida,
un solo conducto,
el ventolari enfría tu taza de chi,
apaga la hornalla,
los rios bajo la calle
todo el agua ahi, bien cerca
espera supurar
.




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