Nuevo encuentro en los sueños...
Salía por la oscura calle del Coto de Temperley, algunas luces de mercurio pero lejos. Camino hacia la parada del bondi y detrás mio venía Sabatella, y también iba a esperar el bondi.
Me cuelgo a hablar con él, le dije que me interesaba el reformismo social y la transparencia institucional un paso más alla, siempre un paso lento más alla, sin violencia como la buena clase media sabe tragar saliva porque a pesar de todo, a pesar de la vagancia, la comodidad y el fascismo pequeño, las paredes se levantan con sudor pampeano.
Respuestas escuetas de Sabatella. Obviamente cuando lo vi fruncir el ceño ya deje de hablar y el resto corrió solamente en la cabeza del poeta que plasma.
- Conocés a Latour?
- Sí leí algo, es muy bueno, dijo Martín seguro y tranquilo.
Viene el colectivo casi vacío, un poco vieja la carrocería y el interior, tenia esos manubrios metalicos con olor a oxido de mano, algo raro al plástico indestructible y barato anti malandras ebrios juveniles, y sin auto.
La charla se cortó al pagar, me senté en un asiento individual se podía elegir. Pasamos por el puente Alsina, el cielo rosado, las nubes blancas a través del puente y sus hierros.
Apoyando sus brazos sobre el asiento de adelante, la cara de niño de un Sabatella enamorado del cielo miraba como salía el sol lentamente, naranja potente iluminaba sus cachetes y ojos.
Infinitos fueron esos minutos que tardó el bondi en cruzar, debía estar haciendo tiempo o no tenía aire en los frenos, una lentitud que me dejó observar y mirar como observan algunos seres que viajan al amanecer. Parecia que la máquina sacaba el aire de adentro vaciando nuestras cabezas de pensamientos y luego llenandolas de agua pura, sucia, pura;
y ese cielo superando a los cuadros en el viaje y cambiando.
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